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Los centros escolares como organizaciones que aprenden: consejos para la aplicación del Modelo y su evaluación

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1. Reconceptualización del Modelo de Kools y Stoll, sobre la base de los resultados de la investigación del proyecto Learning Schools.

Para lograr, en los centros escolares, los cambios necesarios para preparar a nuestros hijos para su futuro, tenemos que pensar de forma diferente. Si bien el concepto de los centros escolares como organizaciones que aprenden puede no ser nuevo, es momento de darle un nuevo enfoque: aprovechando lo que los estudios y esfuerzos previos pueden aportar, pero conectando esto con una base más amplia de conocimiento relevante, así como con el contexto actual.

Es necesario lograr una comprensión más profunda en lo que concierne a cómo los centros escolares actuales pueden desarrollarse como organizaciones que aprenden, y cómo se les puede ayudar para que lo consigan. Es momento de revisar los argumentos en lo que concierne a la reconceptualización de los centros escolares como organizaciones que aprenden, un concepto que se ha trabajado con éxito, tanto en el contexto industrial, como en el empresarial. Los centros escolares como organizaciones que aprenden se han considerado como el tipo ideal de organizaciones para lidiar con un entorno externo que cambia constantemente, y para promover y facilitar el cambio organizacional, la innovación y las mejoras en el proceso de aprendizaje de los alumnos; además de otros resultados.

En el contexto del presente proyecto, el intento de desarrollar un instrumento de medición para los centros escolares como organizaciones que aprenden (SLO) se basa en el Modelo de Kools y Stoll (What Makes a School a Learning Organisation?, 2016), que identifica las siguientes siete dimensiones:

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F I G U R A 1 - School as a learning organisation model. Fuente: Kools and Stoll (What Makes a School a Learning Organisation?, 2016), “What Makes a School a Learning Organisation?”, OECD Education Working Papers, No. 137, OECD Publishing, Paris.

La investigación y el análisis sobre buenas prácticas, que se han llevado a cabo en el marco del proyecto «Learning Schools», ha permitido definir mejor las distintas prácticas, en lo que concierne a «la forma de hacer», vinculadas a los 7 indicadores principales. En esta línea, el Modelo que se propone tiene en cuenta estos hallazgos, así como las diferentes formas a través de las cuales los centros escolares analizados, en los países involucrados en el proyecto, tratan o trabajan estas siete dimensiones, por medio de acciones concretas.

En la investigación realizada también se detectó que, en los centros escolares estudiados, la estructura de una organización que aprende es considerada, a rasgos generales, como un concepto multinivel que puede ser definido como «orgánico», y que se interrelaciona con cuatro niveles: individual, de equipo, organizacional y sistémico (el centro escolar dentro de su comunidad y en el entorno externo).

A la luz de lo anterior, las siete dimensiones,  que son distintas, pero están interrelacionadas, se pueden vincular a los siguientes cuatro niveles:

A. A nivel individual

1. Crear, de forma continua, oportunidades de aprendizaje.

2. Promover la investigación, el diálogo y la innovación.

B. A nivel de equipo/grupo

3. Fomentar la colaboración y el aprendizaje en equipo.

C. A nivel organizacional

4. Establecer sistemas para retener y compartir el aprendizaje (sistemas integrados).

5. Empoderar a las personas hacia una visión colectiva y compartida.

6. Ejercer un liderazgo estratégico.

D. A nivel sistémico

7. Conectar los centros escolares con su entorno y su comunidad.

En esta perspectiva, el SLO debe ser concebido de forma holística: el centro escolar como una organización en la que las personas están alineadas, compartiendo una visión común, sintiendo e interpretando su entorno cambiante y generando nuevos conocimientos que pueden utilizar, a su vez, para fomentar la innovación en el contexto educativo. Esto implica (ver IOI): «desarrollar metas compartidas; establecer entornos colaborativos de enseñanza y aprendizaje; fomentar las iniciativas y la asunción de responsabilidades; implementar un sistema de gestión de mandos intermedios; revisar periódicamente todos los aspectos relacionados y que influyen en el trabajo del centro escolar; reconocer y reforzar el buen trabajo; y proporcionar oportunidades para el desarrollo profesional continuo».

Además, se debe tener en cuenta el papel de la comunidad educativa (profesionales de la formación reglada y no reglada que colaboran con el centro). Incluir la noción o el sentimiento de comunidad aporta «corazón» al concepto de organización que aprende. La ética del cuidado interpersonal es clave para el concepto de comunidad educativa (Giles y Hargreaves, 2006), puesto que influye en la vida de los docentes, los alumnos y de las personas que ostentan puesto de liderazgo en el centro educativo. La comunidad enfatiza y promueve las relaciones de apoyo mutuo y desarrolla normas y valores compartidos.

Por consiguiente, los componentes básicos que se deben tener en cuenta para el desarrollo de los SLO son los siguientes:



Un concepto integral de SLO debe tener en cuenta cuatro perspectivas:

Perspectiva del pensamiento sistémico: La piedra angular las organizaciones que aprenden (LO). Es la concepción de un sistema abierto que se relaciona e interactúa con el entorno. Es capaz de detectar y descubrir cambios y responder a ellos para reestablecer el equilibrio (O’ Connor y McDermott, 1997). Un sistema abierto que tiene tal capacidad de adaptación, que permite la creación de alternativas de futuro. Lo hace adoptando las disciplinas del aprendizaje en equipo, compartiendo la misma visión, interiorizando modelos, poniendo el foco a nivel personal, pero pensando de forma sistémica. Una organización de pensamiento sistémico puede ver la imagen completa o la visión de conjunto, observando las interrelaciones del sistema, tanto a nivel interno como externo.

Perspectiva de aprendizaje: Se centra en el estudio de los procesos de aprendizaje de la organización y dentro de la misma, como, por ejemplo, el aprendizaje organizacional y la gestión llevada a cabo por los mandos intermedios. El aprendizaje es percibido como totalmente necesario a nivel de toda la organización. La interacción social, el contexto y los esquemas cognitivos compartidos para el aprendizaje y la creación de conocimiento se consideran de extrema importancia. Pedler, Boydell & Burgoyne describen las organizaciones que aprenden (LO) como «una organización que facilita el aprendizaje de todos sus miembros y que está en continuo proceso de transformación».

Perspectiva estratégica: Pone el énfasis en la estrategia que se requiere para desarrollar las competencias clave de aprendizaje, tanto para el momento presente, como para el futuro. En esta línea, la capacidad de aprendizaje se debe crear a través de la comprensión de los indicadores estratégicos necesarios. Esta perspectiva también pone en primer plano la búsqueda de nuevas ideas, por medio de la exploración y del rendimiento.

Perspectiva integradora: Engloba otras perspectivas: la visión compartida, tanto a nivel individual como organizacional, y la integración del centro escolar en la comunidad en la que se encuentra. Esta perspectiva también explora la relación con otras variables, como los resultados de los alumnos o el bienestar del personal. Además, admitir el potencial que tiene el hecho de compartir buenas prácticas para promover mejoras en el centro (OECD, 2013), puede inspirar y ayudar a otros centros escolares en sus esfuerzos de cambio e innovación. Cada centro educativo se beneficia aprendiendo de las experiencias de otros centros, en lo que respecta a la innovación en los procesos de enseñanza y aprendizaje.

Los elementos se pueden resumir de la siguiente forma:

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Por supuesto, los distintos contextos nacionales y el clima político, tanto a nivel local, regional, como nacional también son de gran importancia. Un centro educativo no puede transformarse por sí mismo en una organización que aprende. Los docentes y los directores necesitan ayuda;  necesitan que se den las condiciones adecuadas y contar con el apoyo necesario para llevar a cabo esta transformación. El tiempo y otros recursos, entre los que se incluye el compromiso para el aprendizaje a través de redes y la colaboración con otros centros escolares, son esenciales. Asimismo, necesitan oportunidades de aprendizaje profesionales y los materiales necesarios. En algunos países, los centros escolares y sus directores tienen una potestad considerable en lo que respecta a los recursos, mientras que, en otros, los consejos escolares, u otros órganos de gobierno a nivel local o superior, juegan un papel predominante que, en ocasiones, resulta inhibidor para implementar con éxito este tipo de acciones.

Del mismo modo, los centros escolares no son iguales en lo que concierne a sus recursos y a la capacidad de utilizar éstos de forma efectiva. Se necesitan políticas gubernamentales y estructuras de soporte o apoyo, que sean sensibles a las diferencias locales y de cada centro escolar, para que los centros escolares puedan desarrollarse y prosperar como organizaciones que aprenden. 

Además, los docentes y educadores deben estar abiertos para aceptar y abrazar los distintos cambios de pensamiento y de relaciones que exigen los SLO, y sabemos que esto no es sencillo. Cambiar la mentalidad en un proceso de innovación y cambio siempre resulta muy complejo. Cambiar el status quo y algunos «hábitos de aprendizaje disfuncionales», incluidos los modelos mentales, no se consigue sin esfuerzo.